En la iglesia de San Bartolomé, en New York, varias modelos desfilaron en un ambiente íntimo para potenciar una sensación de misterio y así, recibir la nueva colección de Rodarte para el otoño-invierno 2020-2021. Rodarte se apropió de los códigos de Drácula para crear su nueva colección. Las diseñadoras Kate y Laura Mulleavy presentaron sus nuevas prendas inspiradas en el personaje de Winona Ryder en esa película: labios oscuros, delicada femineidad, transparencias, estética gótica, vestidos vaporosos. El estilo vampiresco llega hasta los peinados: raya en medio, moño, y el resto de mechones sueltos en la parte de atrás.
Rodarte repite esta temporada con estampados y también suma flores, transparencias, mangas abullonadas, prendas con aberturas. A todas luces un trabajo delicado, orientado hacia los detalles y en la búsqueda de un gran impacto en los espectadores.
Tal pareciera un ambiente de Halloween con tema de vampiros donde casi todas las prendas juegan con el movimiento, el estilo vintage de épocas pasadas. Cada pieza potencia la sensualidad inocente y a la vez sofisticada. Cada uno de los vestidos sería la elección perfecta para tu cita con un vampiro.
Bella Hadid abrió el desfile que desbordó guiños góticos, los estampados dominados por tonalidades oscuras, que se contraponían a los lunares o al patrón de pata de gallo. Las delicadas piezas repletas de volantes y bordados se fusionaban con otras brillantes confeccionadas con lentejuelas. La guinda del pastel fue la selección de fluidos vestidos de inspiración floral. En esta ocasión, Rodarte suma otra interpretación del tema vampírico pero esta vez honrando a la víctima. La nave de la iglesia de San Bartolomé en Midtown, iluminada con luz tenue, proporcionó un escenario gótico apropiado para que las hermanas Mulleavy enviaran a su ejército de muertos vivientes etéreamente elegantes.
En un claro ejercicio de coherencia, los alegres vestidos de día de lunares, los looks de lentejuelas por toda la prenda, las blusas drapeadas y las mangas de puf presentadas por Rodarte para la primavera, dieron un giro muy pensado hacia lo espeluznante, delicado y dulce para el otoño. El vestido de seda lánguido con sus rosas y estampado de corazones, las flores bordadas en el busto de los vestidos a media pantorrilla, con sus hombros plisados, curiosamente extraños, como armaduras… las piezas anunciaban simbólicamente lo que iba a llegar a continuación: una capa de color azul medianoche brillante, flecos negros como los mechones de cabello de bruja, adornos de telaraña, un mar de rojo sangre. Fue como presenciar la transformación de una presa en un depredador.
Laura y Kate Mulleavy regresan a sus raíces góticas y en el pasaje final enviaron un grupo de vestidos que no se parecía a nada que Rodarte haya mostrado antes: piezas con cortes al bies pintados a mano con grandes pañuelos de seda que se despliegan del hombro y vuelan detrás de las modelos como alas sin fin. Rodarte presentó la hermosa ropa apenas visible que uno se pone “para caminar hacia lo desconocido”, como explicaron las hermanas a la prensa. – M.L.P.